→Dos Líneas Sobre la Liberación Femenina

   
 


 

 

→La Mujer en la Historia

→El Amor y la Monogamia

→Dos Líneas Sobre la Liberación Femenina

→La Revolución Sexual y los Bolcheviques

→Introducción, Acerca de Dorothy Ballan

→Mensaje de Evo Morales Aima

→On the execution of Saddam Hussein

→El juicio de Saddam Hussein

→Estados Unidos y los OVNIs

Parte 2, EE.UU. y los OVNIs

→El Día de Acción de Gracias

pág 2, El Día de Acción de Gracias

→Puerto Rico's election results?

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(Este ensayo: Dos Líneas Sobre la Liberación Femenina forma la tercera parte del libro: El Marxismo y la Liberación de la Mujer por Dorothy Ballan. El mismo, publicado por WW Publishers en el 1986, fue originalmente escrito en inglés durante el resurgimiento del movimiento femenino, de la década de los 1970s en los Estados Unidos. En ese entonces el artículo se divulgó en el periódico Workers World [Mundo Obrero]. Para comenzar su lectura con el primer ensayo del libro, titulado: La Mujer en la Historia, pulse aquí.)

Dos Líneas
Sobre la Liberación Femenina

Por Dorothy Ballan,

Uno de los aspectos más significantes del movimiento de la liberación femenina, es el número creciente de estudiantes que están seriamente investigando las raíces sociales e históricas de la opresión femenina.

Poco a poco la literatura de protesta y exposición se está complementando con una literatura más reflexiva y profunda, que va más allá de las manifestaciones superficiales y procura hallar las causas fundamentales de la esclavitud de la mujer.

A pesar de todo esto, la corriente teórica predominante en el movimiento progresista femenino aún mantiene como su línea política que la contradicción fundamental en la sociedad radica entre el hombre y la mujer, y que todas las demás contradicciones sociales provienen de esta relación primaria, o que en todo caso están subordinadas a ésta.

¿El hombre: la contradicción principal?

De acuerdo a esta tesis, el ataque principal del movimiento de la liberación femenina no debe ser simplemente la lucha en contra de las instituciones sociales que oprimen a la mujer, sino en contra de los hombres en general, quienes al fin y al cabo son los que operan y controlan estas instituciones.

Este punto de vista es mejor representado en el libro Sexual Politics (Políticas Sexistas) por Kate Millett.

El libro ha recibido extensa publicidad. Algunos lo han aclamado como clásico, mientras otros lo han criticado amargamente. Sin embargo, en ningún sitio se le ha dado la atención que merece su teoría general, la llamada "política sexual", la cual es el tema esencial del libro.

Aspectos positivos del libro de Millett

Para quienes no le han dado mucha atención a la liberación femenina, o para aquellos que son nuevos en el movimiento, el libro tiene mucho que ofrecer, especialmente la manera en que expone sistemáticamente una multitud de medios y modos bajo los cuales la dominación del hombre se ha perpetuado por innumerables siglos.

Muy iluminante es el uso de la crítica literaria que desenmascara a novelistas contemporáneos como Norman Mailer, Henry Miller y D.H. Lawrence.

Pieza por pieza Millett muestra todos los prejuicios masculinos en tal forma que su libro resulta muy leíble y educacional. Al mismo tiempo constituye una severa denuncia de la estructura social completa, que continuamente engendra y fortifica los más inculcados y arraigados prejuicios masculinos. En cambio, ella aplaude a Jean Genet quien critica la dominación masculina y la opresión sexual, desde el punto de vista de la homosexualidad.

Millett nos ofrece lo mejor, cuando pone en evidencia los patrones sociales de la dominación masculina, en todas sus formas complicadas y deformadas.

Denuncia de la supremacía masculina
debilitada por falsa teoría

Sin embargo el movimiento progresista femenino ha crecido, y en los últimos dos años ha experimentado un desarrollo extraordinario. Las mujeres en este movimiento entienden muy bien el carácter del chauvinismo masculino y diariamente están combatiendo sus manifestaciones, sea en el hogar, en la escuela o en la fábrica – es decir en todos los aspectos de la vida.

Si Millett hubiera limitado su libro a una exposición lúcida sobre el papel de la supremacía masculina y la opresión femenina, esto hubiera servido un propósito muy útil.

Pero al proyectar una teoría comprehensiva, la cual Millett nombra la "teoría de la política sexual", disminuye y perjudica los aspectos positivos de su libro, que por lo general son excelentes y beneficiosos para el movimiento.

Esta teoría está concisamente resumida en la sobrecubierta de su libro. "La relación entre los sexos", dice Millett, "es y siempre ha sido una relación política – una continua lucha por el poder, en la cual las mujeres son a veces idolatradas, a veces paternalizadas, pero siempre explotadas".

Opresión femenina: no ha sido eterna

En primer lugar la relación entre los sexos no ha sido siempre una de continua lucha por el poder, tampoco ha sido siempre fundada en la explotación de la mujer.

Como sabe cualquier estudiante serio de la historia, las relaciones humanas, es decir, las relaciones entre el hombre y la mujer, son mucho más antiguas que la política y la explotación. Hubo un período bien prolongado en la historia humana, en que no se conocía la explotación, ni del hombre a la mujer o del hombre al hombre. Este período se conoce como el matriarcado.

La dominación de un sexo sobre el otro comenzó con el patriarcado.

El matriarcado no significa la dominación femenina. El matriarcado en ninguna manera es análogo al patriarcado, particularmente como fue explicado por Lewis H. Morgan y Federico Engels. Es más, las características fundamentales del matriarcado son la ausencia de la supremacía masculina y el establecimiento de la descendencia del linaje a través de la mujer – no del hombre.

Este período se conoce también como el comunismo primitivo o la fase matriarcal del desarrollo social.

Para las mujeres, especialmente en estos momentos en que un número creciente de ellas están manifestando un gran interés en el re-descubrimiento de su propio pasado, la cuestión clave es determinar los orígenes de la sociedad, es decir, si el orden social del matriarcado precedió el orden social del patriarcado.

Este capítulo, el más largo en la historia de la sociedad humana, que está caracterizado por la ausencia de la dominación masculina, debe ser de interés especial si no es por ninguna otra razón que para demostrar que nuestra opresión no ha sido eterna.

Millett no descuida el hecho de que ha existido un gran conflicto entre antropólogos precisamente sobre la prioridad en el orden social del matriarcado y el patriarcado. De hecho, ella le da bastante atención a la discusión de esta materia. Desafortunadamente el resultado es una presentación confusa, cuando una exposición clara debió haber sido el caso.

Visión del matriarcado versus la del patriarcado

Con respecto a la cuestión sobre cuál orden social se desarrolló primero, el matriarcado o el patriarcado, Millett dice que esta pregunta "por el momento parece no tener contestación". Y a esto ella le añade: "es también probablemente irrelevante con respecto al patriarcado contemporáneo".

Más aun, Millett dice que "conjeturar sobre los orígenes es siempre frustrante", y se lo atribuye a la falta de "cierta evidencia". Millett continúa: "Especulación acerca de la prehistoria, que por necesidad tiene que ser así, queda en pie como especulación y nada más. En otra parte ella dice: "la información de la prehistoria que podría solucionar esto, es inaccesible" y concluye que el problema "parece incapaz de resolverse".

En realidad lo contrario es verdad, la información y evidencia sobre la prehistoria es abundante y cada día más fácilmente accesible. El hecho del caso es que Millett evade deliberadamente esta cuestión crucial y asume una posición centrista.

La antropología en ninguna forma es una ciencia física como la química, la física o aun la arqueología. Es una ciencia social, y en una ciencia social el punto de vista político (ed decir, el punto de vista de clase) es de suprema importancia. Además, la problemática de la antropología es que no sólo abarca el prejuicio de clase, como Millett bien sabe, sino incluye el prejuicio en contra de la mujer.

El hecho de que ha existido un conflicto por más de un siglo acerca de los orígenes sociales del matriarcado y del patriarcado, se debe en muy pequeño grado a la supuesta falta de evidencia histórica. La amargura y acrimonia con que esta lucha se ha conducido debe ser suficiente para aclarar que mucho más que mera evidencia histórica está en juego en la controversia.

Materialismo histórico contra pensamiento burgués

Lo que está en juego aquí es el aceptar o no las enseñanzas revolucionarias del materialismo histórico, como fueron expuestas por Federico Engels (y en parte basadas en los estudios de Lewis H. Morgan), o sostener la posición anti-evolucionista burguesa, que ha dominado la antropología de este país (EE.UU.) por décadas. Esta tiene como objetivo desacreditar, descalificar y destruir las contribuciones monumentales de Morgan y Engels.

El esfuerzo de Millett, en adoptar la posición de árbitro entre los dos puntos de vista, le presta apoyo a la teoría patriarcal sobre los orígenes de la sociedad.(1) Con certeza, esto la hace elegible a recibir el apoyo del sistema burgués.

La clase dominante, más que nada, detesta una visión consistente e irreconciliable sobre la evolución social. La razón descansa precisamente en el hecho de que la evolución social demuestra que el capitalismo, como todo fenómeno, es meramente una etapa transitoria en el desarrollo social, solamente otro eslabón en la cadena de la evolución de la humanidad, de etapas más bajas a etapas más altas – lo cual implica la condena de su muy querido sistema de la empresa (capitalista) libre.

El surgimiento de la propiedad privada

¿Por qué Millett mutila la visión histórica del matriarcado? Ciertamente, no porque tenga algún prejuicio en contra de las mujeres. La respuesta está relacionada al hecho de que su "teoría sexual" está en directa contradicción con la verdadera evolución histórica de la propiedad privada, la cual profundamente afectó la posición social de la mujer.

El surgimiento de la propiedad privada es una coyuntura histórica con significación mundial, porque marca la transición de la relación cooperativa anterior entre el hombre y la mujer, basada en la posesión comunal de la propiedad, a una de subyugación de la mujer por el hombre, basada en la posesión privada de la propiedad.

El ocultar esto último es el motivo esencial de la teoría falsa de Millett, la cual es asidua e incansablemente propagada por los apologistas de la propiedad privada – que el origen de la opresión femenina radica en el hombre mismo y no en el sistema de la propiedad privada.

Pero el desarrollo histórico prueba que fue el surgimiento de la propiedad privada que causó la sujeción de la mujer al hombre, e introdujo también la explotación del hombre por el hombre.

Millett distorsiona a Engels

Según Millett, "Engels creyó haber descubierto los orígenes de la propiedad en la sujeción y la posesión de la mujer, sobre la cual el patriarcado fue fundado". Ella también menciona que: "la afirmación de Engels de que las mujeres constituyeron la primera propiedad es probablemente cierto".

Engels nunca hizo estas afirmaciones que Millett le atribuye.

Al contrario, estas afirmaciones son opuestas a las enseñanzas de Engels. Él jamás dijo que el origen de la propiedad radicaba en la pertenencia o posesión de las mujeres. De hecho, Engels demonstró que el desarrollo de la propiedad privada en torno a los medios de producción resultó finalmente en la subyugación de la mujer por el hombre, lo cual fue la primera opresión de clase en la historia humana.

Engels nunca habló de la mujer como la primera posesión del hombre. Las primeras propiedades (privadas) de los hombres y de las mujeres fueron tales cosas como herramientas, utensilios y mucho más tarde el ganado.

Millett está distorsionando las enseñanzas de Engels y evadiendo una exposición clara sobre el matriarcado.

El orden matriarcal no fue solamente una etapa temprana en la historia de la humanidad, más bien, el matriarcado se caracteriza por la ausencia completa de la explotación del hombre por el hombre o de la mujer por el hombre, y también porque no existían instituciones de la propiedad privada.

Bajo el matriarcado todas las propiedades eran comunalmente poseídas. La importancia de esta época consiste en que demuestra que los hombres y las mujeres pueden vivir sin la dominación de uno por el otro, precisamente debido a la ausencia de la propiedad privada.

Clase dominante se opone
a visión consistente de la evolución social

El no presentar, bajo su verdadera perspectiva histórica, esta época tan significante en el desarrollo de la humanidad yace en los hondos prejuicios inculcados por los centros de adoctrinación imperialista – esas grandes universidades de los EE.UU., que son grandes solamente por las grandes sumas de dinero que la clase dominante les otorga.

Presentar una exposición histórica consistente y firme de la evolución social de la humanidad, de etapas más bajas a etapas más altas, perjudicaría al capitalismo.

La falta de tal exposición no es sorprendente. Tal visión infringiría sobre la propiedad privada. Es por esa razón que los apologistas de la propiedad privada diligentemente cultivan, mantienen y sistemáticamente inculcan la teoría patriarcal (de la propiedad privada) sobre los orígenes del desarrollo social.

Un corolario ineludible de esta teoría es que el patriarcado, la propiedad privada y la subyugación consecuente de la mujer, son fenómenos contemporáneos que originaron simultáneamente en el pasado distante, y que al haber sobrevivido por todos estos milenios son categorías eternas y perpetuas. Sería difícil inventar una teoría más ingeniosa en servicio de la clase dominante.

Se podría mantener que posiblemente la posición centrista y evasiva de Millett, sobre la teoría del matriarcado versus la del patriarcado, es solamente una diferencia de opinión acerca de una época distante en el desarrollo humano, y que no es central a la metodología histórica que Millett usa cuando enfoca y se dirige al desarrollo de la opresión femenina.

Por lo contrario, su vulgar posición anti-evolucionista en cuanto a la teoría del matriarcado versus la del patriarcado, corre como un hilo rojo por todo su libro, y como mencionamos anteriormente esta posición es representativa de las tendencias actuales del movimiento femenino, algunas de las cuales son meramente versiones diferentes de la misma teoría.

Relación entre la conciencia y las instituciones humanas

En su libro Millett afirma que: "Se debe entender claramente que el área de acción de la revolución sexual está dentro del terreno de la conciencia humana, aún más que en las instituciones humanas. El patriarcado está tan profundamente encajado, que la estructura del carácter que éste ha creada en ambos sexos es quizás aún más un hábito del pensamiento y una manera de vivir, que un sistema político".

Y si como para enfatizar su visión burguesa en contra de la visión del materialismo histórico, Millett dice: "Las principales distinciones político-sociales no son ni las basadas en la riqueza o el rango pero las basadas en el sexo. La consideración más fundamental y pertinente que se puede conceder a nuestra cultura es el reconocer su fundación en el patriarcado".

Lo que hace Millett aquí es utilizar la estratagema tradicional de confundir la causa básica con el efecto. La enseñanza más elemental del marxismo, es que la conciencia surge y se desarrolla de la existencia.

Las condiciones materiales de la vida determinan la conciencia humana. Como el lector puede ver, la teoría de Millett invierte este principio.

Marx enseñó que la existencia determina el estado de conciencia, y que la existencia social por lo tanto determina la conciencia social. Esta es la línea divisoria fundamental entre el marxismo y todas las variedades de ideologías burguesas como la de Millett, que es solamente una de las variedades del idealismo burgués.

No hay una diferencia más grande entre dos escuelas de pensamiento, que la que existe entre los que buscan entender el desarrollo de las instituciones humanas en la mente (en la estructura síquica), en vez de que el estado de conocimiento de la mente refleja el desarrollo de las instituciones sociales y políticas.

La solución que Millett ofrece para llevar a cabo la "revolución sexual" que ella misma proclama y defiende deja a uno asombrado.

El cambio será realizado, dice Millett, "por medio del crecimiento humano y de una reeducación verdadera, en vez de por escenarios de la lucha armada – aunque esta última sea inevitable".

Luego dice, "Cuando se hace un estudio de los movimientos espontáneos de masas que se están llevando a cabo alrededor del mundo, uno llega a la esperanza de que el entendimiento humano en sí mismo haya madurado hasta el punto de cambio".

Más de 250 rebeliones en este país (EE.UU.) por el pueblo negro, en los últimos años no parecen haber cambiado el "entendimiento y crecimiento humano" de la clase dominante imperialista sobre este problema.(2)

Sobre la omisión accidental de la revolución social

La falla de su enfoque metodológico con respecto a la opresión femenina, y su prejuicio de clase, es más notable cuando su libro brega con el tema de la mujer en los países revolucionarios. En ninguna parte de su libro ni siquiera se menciona la posición social de la mujer en los países socialistas, como Cuba, Vietnam y Corea del Norte. Esta omisión es tan evidente que no se puede considerar un accidente.

China, con sus 750 millones de habitantes, donde asumimos que por lo menos la mitad son mujeres, se honra con una sola línea de que China es el único país donde no existe la prostitución.

Cuando consideramos que Millett alega que su libro es un "estudio comprehensivo del sistema patriarcal completo", comenzando desde los tiempos prehistóricos hasta e incluyendo a la sociedad contemporánea, uno se maravilla de cómo es posible que tan inmensa porción de nuestro sexo, lo suficiente para cubrir un continente entero, se le dé un tratamiento tan ruin.

La respuesta, por supuesto, no es que Millett es ignorante de esto. Es su inhabilidad de admitir clara e inequívocamente que fueron las revoluciones socialistas - y grandiosas que fueron - las que profundamente elevaron la posición de la mujer, aunque se reconoce que estas revoluciones no han sido completas. Hombres y mujeres siguen trabajando en ellas, sin el beneficio de la disertación doctoral de Millett.

Además de la expropiación de los terratenientes, los capitalistas y de los explotadores en general, como parte íntegra de estas revoluciones se llevó a cabo la muy significante e indispensable transformación de la posición de la mujer.

Estos hechos de la vida hablan voluminosamente en contra de la teoría de que la contradicción fundamental en la sociedad radica entre el hombre y la mujer, y que las contradicciones de clase, entre las clases económicas principales de la sociedad, están subordinadas y son meramente el resultado de las relaciones entre los sexos; es decir, la visión que el problema fundamental es solamente el patriarcado.

De acuerdo a Millett, recordemos, "las principales distinciones político-sociales no son ni las basadas en la riqueza o el rango sino las basadas en el sexo". Si Mao Tse-tung, Fidel Castro o Ho Chi Minh hubieran adoptado esta premisa como su guía principal, ambos hombres y mujeres en esas partes del mundo todavía estuvieran sufriendo la esclavitud más abyecta bajo los terratenientes y el imperialismo.

Nuevamente debemos recordar que el corolario de su teoría principal, aunque expuesto en diferentes formas, es la misma tesis central de varios grupos en el movimiento femenino actual.

¿Cuál es la base del poder?

De acuerdo a Millett y a la teoría actual de moda, se puede observar que la dominación sexual, la dominación de la mujer por el hombre, "provee el más fundamental concepto del poder". No es, entonces, la posesión de los medios de producción, la posesión de las minas, fábricas y bancos, o el valor del excedente que se extrae de los millones de obreros, y no es la súper explotación de millones de gentes, de los pueblos oprimidos alrededor del globo, lo que produce "el más fundamental concepto del poder" – no, es la dominación sexual.

¿Es acaso sorprendente que esta tesis sea tan completamente aceptada por el establecimiento burgués? De esta tesis se desprende que la dirección mayor de la lucha - es decir, la dirección tomada a nivel mundial por todos los oprimidos, de decidida e irreconciliable lucha contra el imperialismo - debe de ser un aspecto subordinado de la lucha por la liberación femenina.

¿Es la lucha de la mujer secundaria a la lucha de clase?

Los seguidores de esta teoría invocan la noción de que el alegar que la lucha de clases es prioritaria, es subordinar la lucha de la mujer a ésta. Sin embargo esto es solamente una caricatura del marxismo.

Una parte de la lucha por el éxito de la revolución socialista, es la necesidad imperativa de rápidamente levantar el nivel de la mujer a igual participación en la lucha, y también de destruir todas las manifestaciones de la supremacía y del chauvinismo masculino.

La lucha femenina no está subordinada a la lucha de clase, en sí misma es una forma de la lucha de clase, especialmente si se conduce conscientemente contra la burguesía.

La lucha en contra de la dominación masculina y de la opresión femenina es una lucha política importante y crucial; por lo tanto todas las manifestaciones del chauvinismo en una organización y más aún en una organización progresista, deben ser combatidas como parte de la lucha revolucionaria puesto que son un reflejo de la ideología burguesa.

Lo que se trata aquí es una confusión sobre la primacía de la lucha de clases en su carácter histórico, comparado con la supremacía de cualquier lucha política particular contra la burguesía. Marx mostró que toda lucha política es una lucha de clase.

A nombre del marxismo se ha hecho un gran daño en el movimiento radical por aquéllos que en realidad subordinan la lucha por la liberación femenina y practican la supremacía masculina.

Pero esto no debe descalificar el análisis materialista de los acontecimientos históricos, no más que la presencia de una multitud de médicos charlatanes y fraudulentos debe invalidar la teoría y la práctica de la medicina.

Características culturales e innatas

"La tarea más formidable de la opinión reaccionaria", escribe Millett, "es ocultar la baja posición social (de la mujer – D.B.), mientras da énfasis a las diferencias sexuales que existen en la personalidad (del hombre y de la mujer – D.B.), así implicando que éstas son innatas en vez de culturales".

Estaríamos de acuerdo con esta formulación si no fuera por la manera en que Millett interpreta "cultural".

De seguro, el enfoque continuo que se le da a las diferencias en la personalidad sexual del hombre y la mujer, es en realidad una justificación para la dominación masculina. Sin embargo, la forma en que Millett define "cultural" derrota su propósito.

Millett de nuevo nos hace enfocar las "características innatas", como la única alternativa que explica la dominación masculina. Lo siguiente es lo que ella dice sobre el Estado Nazi: "El carácter de la supremacía masculina del Estado Nazi parece ser temperamental, en vez de político o económico".

Posteriormente Millett declara: "De nuevo uno es forzado a concluir que la política sexista, aunque vinculada con la economía y otros tangibles, es... una forma de vida, con influencia sobre cada faceta sicológica y emocional de la existencia. Esto ha creado, por lo tanto, una estructura síquica profundamente radicada en nuestro pasado, capaz de intensificar o atenuar, pero una estructura que hasta ahora nadie ha tenido éxito en eliminar".

Cuando desenmascaramos su retórica, notamos que su definición sobre lo que es cultural es una mezcla, que nos vuelve a lo "síquico" y a lo "innato" – características que asumíamos ella estaba desde un principio tratando de exponer.

El sexismo como artículo de consumo

Es obvio que en la sociedad burguesa contemporánea, el sexismo se extiende a todos los aspectos de la vida, es más, se ha convertido en el factor más predominante de la cultura burguesa norteamericana y cada día sigue profundizándose. Se podría escribir voluminosamente acerca de este tema.

Pero aun explicando todo esto, enfrentamos la misma pregunta. ¿Es el sexismo la fuerza matriz de nuestra vida social, cultural y política, o es el sexismo el producto de un sistema económico, de un sistema basado en estructuras de clase antagónicas, de una sociedad fundada en la pertenencia privada de los medios de producción?

No debemos olvidarnos de incluir también a los medios de comunicación capitalistas - la radio, la prensa, el púlpito, la televisión - y todos los demás medios que la clase dominante pueda traer a la órbita de las relaciones del mercado, para hacerse una tremenda cosecha de ganancias extorsionantes.

Aun para los más ingenuos, ¿no estará claro que el sexismo es un "artículo" en un sistema general de producción de comodidades, basado en la venta y el intercambio, donde la esencia de todo lo que existe es la ganancia?

¿No vieron esto, Marx y Engels, más de 125 años atrás cuando dijeron que la burguesía reduce "sus relaciones más sagradas a puro dinero"?

Lo que Millett realmente está diciendo es que el sexo determina la cultura – y no que las relaciones entre los sexos y el tratamiento de la mujer son aspectos de cada sociedad determinada, y que estos derivan de la anatomía económica (de la estructura de clase) de tal sociedad. En efecto Millett adopta una posición ambigua, en el medio del camino, entre un materialismo consistente y un franco idealismo burgués. Por lo tanto, en el análisis final, Millett se agarra de la vieja teoría de "la estructura síquica". De esta manera Millett construye un puente hacia Freud, aunque ella lo denuncia como el contrarrevolucionario número uno.

Freud, Millett y lo síquico

La metodología de Freud, basada en su teoría especial del sicoanálisis, lo condujo a deducir o mejor dicho a racionalizar la posición "pasiva" y "sumisa" de la mujer en la sociedad.

¿Pero qué hace Millett? Ella deduce la opresión histórica general de la mujer, no de la evolución social y económica de la sociedad, sino de la "bien profundizada estructura síquica". ¿No emana su conclusión, supuestamente opuesta, de la misma teoría?

Ambas deducciones surgen de una forma idealista de enfocar esta cuestión que prevalece en el pensamiento burgués. El intento de encontrar una solución con este enfoque, para terminar con la opresión, nos conduce a un callejón sin salida.

La receta de Freud es con la finalidad de que las mujeres se ajusten a las costumbres de la sociedad burguesa. Millett proclama la rebelión – ¿en contra de qué, contra quién? En contra de la estructura síquica, según ella.

De seguro se debe atacar el chauvinismo masculino que radica en la estructura síquica pero la formulación de Millett deja a la clase dominante (a los dueños de los medios de producción y gerentes del sistema capitalista que presiden sobre las relaciones sociales que producen la actual estructura síquica) completamente sin responsabilidad.

Aquél que tiene las llaves del Banco Chase Manhattan, también tiene las de la Iglesia, de las escuelas, universidades y de todas las demás instituciones. Es él, quien instruye a los sociólogos, masculinos y femeninos, en cómo relacionar la "cultura" con lo "síquico", y cómo hacer que las contradicciones de clase más evidentes de la sociedad capitalista, aparezcan como un elemento subordinado y derivativo.

Por supuesto, es cierto que "la estructura síquica está profundamente radicada en nuestro pasado", pero no es como Millett dice, meramente "capaz de intensificar o atenuar". Es capaz de ser históricamente demolida, pero no con la fórmula que tratan de imponerles a los oprimidos los grandes sacerdotes de las finanzas y empresas.

Estructura síquica cambiará con la nueva sociedad

En el sentido histórico la estructura síquica se irá transformando después del derrocamiento de la opresión de clase, y como parte integral de ésta – la opresión femenina.

Cuando la sociedad basada en la opresión y la explotación de clase sea reemplazada por la sociedad basada en la pertenencia común de los medios de producción, y cuando a largo plazo se establezcan nuevas relaciones sociales basadas en la igualdad, entonces se desprenderá el desarrollo de una estructura síquica nueva, fundada en estas nuevas relaciones económicas y sociales.

La liberación de la mujer nunca será ganada a través de "más reeducación" o "entendimiento humano", como Millett propone. Con razón su tesis es tan aceptada por la clase dominante.

Tales fórmulas han sido adelantadas por muchos siglos para aliviar el miedo de la clase dominante, y, para desviar y canalizar la lucha de los oprimidos por vías inofensivas al capitalismo.

La visión de Millett sobre lo cultural (lo síquico e innato), como lo determinante en torno a la liberación de la mujer, es análogo a la religión como el opio del pueblo, en relación a la solución del sufrimiento del pueblo bajo el capitalismo. En la práctica estas teorías nos conducen a evitar la lucha.

La mujer negra y la mujer blanca

Después de examinar cuidadosamente su teoría general sobre la opresión femenina - y particularmente la ausencia del tema de la condición de la mujer en algunos de los países socialistas - el lector puede adivinar que las referencias de Millett con respecto a la liberación de la mujer negra, en relación a la mujer blanca, no son solamente insuficientes, sino de interés marginal. Una extensa nota al pie de la página sería una descripción más precisa.

Su visión de la mujer negra no surge de la concepción fundamental, de una nación negra oprimida comparada con una nación blanca opresora, en un sistema de relaciones imperialistas basadas en el capitalismo monopolista y la posesión de los medios de producción por una clase dominante compuesta de blancos. En consideración, se debe decir que una serie de grupos dentro del movimiento femenino aprecian aún menos que Millett el problema específico de la mujer negra.

La falta de entendimiento sobre este problema político ha servido como fuente de confusión infinita y de una acrimonia amarga, que hasta resultó en un escandaloso ataque de por lo menos un grupo feminista contra las Panteras Negras por alegado chauvinismo masculino, llegando al extremo de caracterizar la Convención Constitucional de Philadelphia en septiembre (de 1970) como "territorio enemigo".(3)

Objetivos comunes a largo plazo,
pero problemas inmediatos muy diferentes

La mujer blanca y la mujer negra tienen una causa común en la lucha por la igualdad completa: social y económica al igual que política en la lucha contra el sistema capitalista. La mujer negra y la mujer blanca están interesadas en la lucha contra la supremacía masculina. Sin embargo, la mujer negra afronta un problema particular, el cual supera en importancia al problema de la supremacía masculina. Este es el problema de la supremacía blanca.

En esta última lucha la mujer negra ve la necesidad de unirse con el hombre negro para luchar por la liberación negra – por la supervivencia propia. Este problema surge, como ya mencionamos, porque los blancos - ambos mujeres y hombres – constituyen una nación opresora en el sistema imperialista, en relación a las mujeres y hombres negros que forman una nación oprimida.

A menos que esto sea claramente entendido por la mujer blanca, cualquier tipo de relación entre la mujer blanca y la mujer negra será de un carácter extremadamente tenue y superficial, y a la larga podría resultar en una hostilidad mutua. Este punto es crucial y el movimiento progresista femenino de hoy, que mayormente es de clase media y blanco, no puede tener la esperanza de lograr una alianza significativa con la mujer negra sin tener de antemano esto en consideración.

La solidaridad de clase en contra
del imperialismo racista y chauvinismo masculino

El camino hacia cualquier tipo de alianza entre las mujeres negras y blancas depende primeramente en el reconocer que la alianza debe ser principalmente basada en una lucha contra el imperialismo racista.

Esto es clave para la liberación, tanto de la mujer como del hombre negro en contra de la opresión racista.

En la lucha contra la supremacía masculina, la mujer negra y la mujer blanca tienen el objetivo común y fundamental de igualdad entre los sexos, pero afrontan problemas inmensamente diferentes.

Si la mujer negra, quien tiene que trabajar de doméstica en los suburbios de la clase media blanca, regresa a su hogar, a sus niños y a un esposo que no puede conseguir trabajo, no debido a la supremacía masculina de él, sino a la supremacía blanca, pues obviamente ella tiene problemas vitalmente diferentes a los de la mujer de la casa donde ella trabaja.

La mujer blanca para la cual ella trabaja podría tener el problema de ser dependiente económicamente de su marido, y de ser explotada como un objeto sexual por él, además su propia ocupación podría ser no más de casi una sirvienta en la familia, pero ella no tiene el problema del chauvinismo blanco.

Como explicó una mujer negra en la concentración de mujeres en el Parque Bryant en la ciudad de Nueva York el 26 de agosto de 1970, que mientras algunas mujeres blancas están peleando con sus maridos aparentemente sobre quién sacará la basura (lo cual tendrá importancia para algunas mujeres blancas), las mujeres negras no tienen basura porque sus familias no tienen lo suficiente para comer. Aunque esto parezca como una simplificación, enfatiza el punto clave sobre las diferencias. Este es el problema.

Y todo lo que se ha señalado aquí con respecto a la mujer negra es aplicable también en torno a las mujeres latinoamericanas y a las otras naciones oprimidas dentro de los EE.UU.

Claro, la solidaridad entre las mujeres negras y blancas es urgentemente necesaria en la lucha contra el capitalismo, ya sea por salarios más altos y mejores condiciones de empleo, en contra de la guerra imperialista e intervencionista, por mejores viviendas, y también en disputas tales como la demanda por centros de cuidado de niños, pago por ausencia de maternidad, servicios de salud gratuitos, etc.

Pero con respecto al problema del chauvinismo masculino existe un abismo vasto entre las dos. Muchas mujeres blancas asumen el derecho de luchar contra el chauvinismo masculino en todas las áreas, sea en el suburbio blanco o en la comunidad negra.

La mujer negra ve esto sospechosamente. Pudiera ser una forma oculta del chauvinismo blanco. Por esa razón estaría más de acuerdo con los intereses mutuos de la mujer negra y de la mujer blanca, el enfocar sus esfuerzos en una lucha unitaria en contra del imperialismo racista, el cual engendra la supremacía blanca y el chauvinismo masculino.

La mujer blanca debe conducir su lucha contra el chauvinismo masculino en la comunidad blanca. Esto no quiere decir que no haya un problema de chauvinismo masculino en la comunidad negra, pero éste es una disputa para la mujer negra.

El tomar el derecho de conducir la lucha contra el chauvinismo masculino en la comunidad negra por la mujer blanca es presuntuoso y puede interpretarse válidamente como un acierto de la supremacía blanca.

Por otra parte debemos señalar que el movimiento de la liberación femenina en gran medida toma su inspiración del movimiento de la liberación negra y también de los sucesos trascendentales de los movimientos de liberación a través del mundo.

Revolución en la conciencia de las mujeres
precursora de la revolución socialista

El milenio de la opresión femenina comenzó, dijo Engels, cuando las mujeres fueron excluidas de la participación en la vida pública, la industria y en la vida económica en general, y fueron reducidas a ejecutar pequeñas e ingratas tareas del trabajo privado individual.

Hoy en día en la era del espacio, los últimos vestigios de esta cruda división del trabajo, por la cual la mujer es relegada a las tareas semi-esclavizantes domésticas del hogar, y el hombre participa y domina todos los otros aspectos de la vida social, están derrumbándose.

Cuarenta y cinco por ciento de la fuerza obrera está compuesta por mujeres. Esta cifra habla voluminosamente y es la llave de los cambios cercanos. Y esto es solamente un ejemplo entre muchos, de que la posición social de la mujer en la sociedad capitalista está pasando por un profundo cambio. Las relaciones sociales de la sociedad contemporánea ya no se conforman a las relaciones de producción -mucho menos en los EE.UU. de la actualidad.

Como dijo Marx, cuando las relaciones de producción de una sociedad ya no son compatibles con las relaciones sociales, las cuales pertenecen a una época anterior, "las relaciones sociales estallan en pedazos" – entonces entra un período de revolución, primero que nada, en la conciencia de los oprimidos.

Se está llevando a cabo una virtual revolución en la mente de las mujeres. Es precursora de la revolución socialista en general y a la misma vez es un ingrediente indispensable para su éxito.

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Día Interncional del Trabajo (1 de mayo), mujeres en los Estados Unidos celebran una manifestación nacional en conra de la política del Presidente Reagan. Las consignas en inglés leen: “!Revoquemos el Reaganismo - Igualdad, Empleos, Alimento y Necesidades Humanas - No a la Guerra!

 

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En el 1845 el capitalismo estadounidense anexó el 51% del territorio de México, lo que hoy día son los estados de Arizona, California, Nuevo México, Texas y otros más. Como consecuencia, millones de chicanos-mexicanos trabajan en empresas norteamericanas. Aquí mujeres en San Antonio, Texas laboran en una planta de pacanas.

 

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Solamente la lucha unitaria de las mujeres y de los hombres de la clase trabajadora - blancos y negros, latinos y asiáticos, indígenas, homosexuales y lesbianas, incapacitados e indocumentados, es decir, todo el que sufre explotación y opresión - junto con todas las fuerzas progresistas que conducen a un futuro socialista podrán lograr para la mujer el control de su propio destino.

Notas:

(1) Con la teoría patriarcal queremos hacer notar el punto de vista burgués que mantiene que el matriarcado nunca ocurrió, que el hombre siempre ha sido predominante en toda la historia, que la dominación de la mujer y la propiedad privada son hechos eternos, partes del destino y de la naturaleza de la vida. Esta teoría con sus varios corolarios se menciona a través del folleto como la visión o teoría patriarcal sobre la evolución social.

(2) Nos referimos a la década de los 1970s y el principio de los 1960s, durante la cual el movimiento de la liberación negra creció tremendamente, involucrando a millones de personas. Protestas sobre todos los aspectos de la opresión nacional que sufre el pueblo negro en los EE.UU. eran comunes y casi cotidianas. Entre ellas ocurren más de 250 levantamientos y motines en las ciudades principales de los EE.UU.

(3) Durante la década de 1960 el gobierno llevó a cabo una tremenda represión en contra de las organizaciones revolucionarias del pueblo negro – centenares de militantes fueron asesinados y encarcelados. Como respuesta, las Panteras Negras organizaron una esplendida Convención Constitucional para darle una voz unida a la resistencia de los movimientos progresistas de los EE.UU.

Para acceder al proximo artículo, titulado: Los Bolcheviques y la Revolución Sexual, pulse aquí.

Para acceder al períodico Workers World (Mundo Obrero), pulse aquí.

 

 

 
 

 

 
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